El comienzo
No había oído hablar muy bien de Enofusión. Demasiado
impersonal, decían algunos. Poca implicación de bodegas importantes, escuché a otros.
Aun así me decidí a dar una vuelta por allí. Leí que había una cata interesante
con motivo del 50 aniversario de la Denominación de Origen Manzanilla de
Sanlúcar. Eso y una cata maridaje para
matar el gusanillo daban para echar un rato.
Comienza mal el día. Llego al recinto de la Feria de Madrid,
y allí no hay nada. Comentan que creen que es en el Palacio de Congresos. Llamo
al 902 que venía en el mensaje de la acreditación y me lo confirman. Veinte minutos de coche y
llego al Paseo de La Castellana. El Palacio de Congresos cerrado. Por fin llamo
a una de mis tiendas de referencia, Enoteca Barolo, y me dicen que es en el
Palacio de Congresos de la Comunidad de Madrid. ¿Tanto trabajo costaba a la
organización poner el lugar del evento en algún sitio en la página web? ¿Es
mucho pedir que informen de forma exacta en el teléfono de atención? Lleno mi coche
con unos japoneses que me preguntan, y que estaban perdidos. ¡Por fin llegamos!
El proceso de acreditación va como la seda. Me voy olvidando
de los sinsabores de la búsqueda del local. Doy una vuelta y no veo nada
relacionado con el vino. Pregunto y recibo por contestación caras de haba.
Llego a pensar que no se estaba tan mal en la oficina. Después de dar vueltas
una media hora por un recinto en el que me ofrecen galletas de chocolate de
MAKRO y frutos secos filipinos, ya casi abandono. Al salir pregunto al empleado
que controla las entradas, y ¡por fin! La zona
de vinos está en la segunda planta.
El Enobar
De no muy buen humor, voy pensando en la puntuación que
merece la organización. No más de un uno, porque dicen que los ceros pueden llegar
a traumatizar. En esto llego al enobar. Como había leído es bastante
impersonal. Algo más de cien vinos dispuestos para que se caten libremente.
Como queda más de media hora para la cata de manzanillas, voy probando algunos blancos. The Flower and the
Bee me cautiva de nuevo con esos aromas a tierra verde. Limón e hinojo van
apoderándose del mal humor, expulsándolo. Melocotón blanco y algo de miel te
conquistan, haciéndote comenzar desde cero. Acidez afilada, aromas intensos que
llenan la boca, bien definidos. Final cítrico con recuerdos de menta muy ligera.
¡Qué bueno!

Encuentro también un vino discreto de la Selección del
Sumiller de MAKRO, NY HOOD 2014, (100% moscatel de Alejandría) que no está nada
mal. Un vino sencillo, con aromas muy atractivos florales y notas de miel y
cáscara de limón. En boca está bastante equilibrado, mandando ligeramente su
parte dulce. Buena persistencia y ganas
de seguir bebiendo. Humilde, pero honesto.
Maridajes singulares
Después de la cata de manzanillas, que será objeto de otra
entrada, viene la de maridajes singulares. Confieso que me apunté a ella por
picar algo antes de volver a casa, sin esperar demasiado. Mi curiosidad fue
ampliamente recompensada. Los vinos son de la Selección del Sumiller de MAKRO,
y no están nada mal. Ya me gustaría encontrarlos, servidos a temperatura
correcta en algunos de los sitios en los que suelo tapear. Seguro que bebía
menos cañas.
La cata comienza con un jugo de vainas crudas con espuma de
coliflor y berberechos, acompañada por Bicos 2013, un albariño muy sencillo,
pero correcto. La tapa, sin embargo, es un prodigio de combinación de texturas
y sabores, muy suaves, pero que encajan a la perfección. La frescura del vino
juega con los sabores, en una experiencia que hace que vea la cata con otros
ojos. Prometedora.
Las milhojas de foie y manzana caramelizada no son una
apuesta arriesgada. ¡Y a quién le importa! Sencillamente delicioso. El
crujiente y la acidez de la manzana contrastan con la suavidad y grasa del
foie. Aquí el Gewurztraminer 2013 de Henri Weber acompaña con honestidad, pero
la impresión producida por la tapa le relega a un papel secundario, aunque bien
ejecutado.
Los noodles con rabo de toro me impresionan menos. Esta
fusión con cocina oriental es sabrosa, pero los fideos chinos no aportan
demasiado, a mi juicio. En esta ocasión el Habla del Silencio 2013, estuvo dos
cuerpos por delante. En cualquier caso, me gustó la combinación.
A poco que lleves leyéndome algún tiempo conocerás mi pasión
por las croquetas. La que propone Iñigo Lavado está de impresionar. Croqueta de
calamar en su tinta rebozada con panko. Se me saltan las lágrimas. Están para
meditar. Suerte que no me las comí con la mano, porque me hubiera chupado los
dedos. A su lado Cepa Gavilán 2013 cumple sin más.
Y finaliza la cata con un brownie de chocolate a la
parrilla. Está marcado en la sartén y
tiene unas escamas de sal maldón. Sinfonía de texturas. Sonata de sabores. La
boca se recrea en los contrastes extasiándose. Disfrutando. El Tawny de Don
Pablo pasa desapercibido ante la talla de la obra culinaria.
Me impresionaron las tapas de
Iñigo Lavado. Desde luego no
tardaré en hacerle una visita a su
restaurante Singular. Los vinos de la
Selección del Sumiller, por precios siempre por debajo de diez euros la
botella, y casi siempre rondando los cinco, cumplieron con la difícil tarea de
armonizar con estas creaciones de este chef que estoy convencido que será
protagonista de alguna historia en este cuaderno. Una pena no haber probado
estas tapas con vinos que dieran algo más de sí.
El stand de la Bodega Toro Albalá
Si me hubiera quedado aquí hubiera sido una buena mañana,
pero lo mejor estaba por llegar. Para irme con buen sabor de boca, pienso en
probar alguno de los PX del enobar. La fortuna quiere que vea a mi primo lejano
Luis Vida en el stand de la
Bodega Toro Albalá y me acerque a charlar un poco con él. Es difícil describir la mezcla de sensaciones que se
producen. La muestra incluye juventud y belleza. Sabiduría e improvisación.
Clasicismo y vanguardia. Todo ello enmarcado por la eterna sonrisa de Pilar,
que de vez en cuando se acerca a compartir nuestro disfrute con estos vinos
únicos.
El primero que me produce una gratísima impresión es Don PX
Gran Reserva 1986. Recibe en la nariz con aromas de chocolate con leche,
balsámicos y de regaliz. La complejidad aumenta al mover la copa volviéndose
ligeramente más frutal. Ciruelas pasas y uva pasificada. Recuerdos de mi
juventud. Esteras rodeando las viñas con las uvas al sol de verano.
Recuerdos de sol de justicia que se
marchan cuando la boca recibe este vino untuoso, suave, largo, potente. Buena
acidez que compensa en parte el dulzor. Se marcha trayendo de nuevo ciruelas
muy maduras y almendras tostadas. Sólo estamos empezando.
Le sigue Don PX Convento Selección 1929. Aromas melosos, orejones. Notas de ebanistería y pan tostado. Al batir
la copa aparecen regaliz y especias. Habría que catarlo con más paciencia.
Complejidad enorme. Placer único. En boca es amplio, equilibrado. Tal vez
demasiado intenso, sin llegar a ser pesado gracias a la excelente acidez.
Persistencia enorme.
Y por último el mejor dulce que haya probado jamás. Don PX
Convento Selección 1955. Eucalipto y Guirlache dice Luis, y efectivamente ahí
están. Extasiándonos. Envolviendo este momento único. Caramelo casero y notas
de ebanistería muy ligeras. Caja de puros. Especias. Podría pasarme la vida
oliendo y no acabaría de describir esta complejidad enorme. Este momento
indescriptible. Un vino que en la boca
es difícil de describir. Equilibrio perfecto. Acidez que hace posible disfrutar
de este prodigio. Chocolate negro y fruta roja. Persistencia eterna.
Miro a José María y a Pilar y les digo con palabras inútiles
los mucho que he disfrutado con sus vinos. Los ojos, el gesto expresan más que
las palabras. Casi se me cae una lágrima. Estoy realmente impresionado.
Vuelvo a casa y no me acuerdo de las vueltas que tuve que
dar para encontrar el lugar. No recuerdo la falta de información, ni tampoco lo
impersonal del enobar. No me acuerdo de la falta de coherencia entre unas tapas
impresionantes y unos vinos sólo correctos. No me acuerdo de lo poco informado
que estaba el personal de sala de la feria.
Sólo recuerdo lo enorme de las tapas de Iñigo Lavado. Sólo
me acuerdo de los PX enormes que he disfrutado. Sólo recuerdo el aroma que permanece la boca y no quiere dejarla.
Recuerdo los momentos compartidos con los amigos. También recuerdo una sonrisa…
Te agradezco que hayas llegado al final. Quedan las
experiencias positivas, y varios proyectos que han surgido tras la visita a
esta feria. Posiblemente sean nuevas historias.