No había tenido oportunidad de
celebrar como merece el cincuenta aniversario de la Denominación de Origen
Manzanilla de Sanlúcar. Siendo gaditano y aficionado al vino, era algo que
tenía que resolver, y lo hice a lo grande, en la cata que a tal efecto se programó
este año en Enofusión 2015. Cata que iban a dirigir dos personalidades del
marco, Beltran Domecq y César Saldaña, presidente y director técnico del
Consejo Regulador de la Denominación de Origen respectivamente.
Recuerdo la última vez que visité
Sanlúcar. Fue deprimente. La carretera que cuando era un chaval serpenteaba
entre viñas, ahora languidecía entre espacios desolados y algún que otro campo de
cereales. Testigos mudos de aquel escenario tosco y desangelado, algunos
edificios que antaño funcionaran como lagares o almacenes, se mostraban hoy en
deplorable estado de mantenimiento, pareciendo querer hablarte de este
sinsentido. Menos mal que la visita a la taberna “Er Guerrita” me hizo olvidar
en aquella ocasión estas tristes reflexiones.
Hoy, sin embargo, es día de
fiesta. Día de celebración. Una cata que parece bien programada e interesante. Una
cata de manzanillas. Vinos que van
creciendo en edad para apreciar la acción del velo de flor. Para enmarcar las
manzanillas, el antes y el después, un vino base y un amontillado viejo
procedente de la evolución de una manzanilla.
La sala está a tope. Como
corresponde. Empezamos con un mosto (es así como llaman en el marco a los vinos
base). Se trata del Palomino 2014 de Bodegas Barbadillo. Es un vino franco,
sencillo. No excesivamente intenso en nariz, donde se perciben aromas de flor
blanca y notas frutales de pera. En boca es algo punzante, ligero, frutal.
Final no exento de elegancia con suficiente frescura y notas amargas.
La primera manzanilla es La Guita,
de la bodega Hijos de Rainiera Pérez Marín. Su aroma es punzante, con recuerdos
de manzana verde y avellana. Ligeras notas de mostaza, y sutiles recuerdos de
panadería. En boca es fresca, precisa, seca e intensa. No excesivamente
persistente. Una buena manzanilla para empezar, sencilla y accesible.
Seguimos con La Cigarrera, de la
Bodega María del Pilar García de
Velasco. Con una edad media de cinco años, esta manzanilla nos ofrece aromas
florares, y de frutos secos tostados. Recuerdos del velo de flor. En boca es
intensa, bien definida, con salinidad marcada. Finaliza de forma elegante con
recuerdos de flor de manzanilla y almendras. Muy seca.
Crecemos en edad media, y pasamos
a Gabriela, de la Bodega Sánchez Ayala. Aromas de bajamar, mezclados con almendras
fritas con granos de sal adheridos. Intensa y agradable. En boca es suave y
seca. Equilibrada y refrescante. Deja recuerdos de flor seca de manzanilla y
frutos secos tostados. Elegante y persistente. ¡Cómo he echado de menos un
platito de buen jamón al lado!
La tanda de manzanillas filtradas
y estabilizadas finaliza con San León, de Herederos de Argüeso. Nariz intensa y
personal, con aromas de gavillas de heno recién cortado, flores de manzanilla y
bajamar. Hace que me traslade al Bajo de Guía. A la mente me vienen los
langostinos tigre. Debe ser el hambre. En boca destaca su gran elegancia y
limpieza. Su frescura. Sus notas salinas. Finaliza con unas notas muy elegantes
de almendras tostadas. ¡Impresionante!
La segunda tanda, comienza con
una vieja conocida, Manzanilla Pasada Pastrana, de Bodegas Hidalgo. Aromas que
combinan notas biológicas y oxidativas. Intenso y punzante. Almendras y
avellanas tostadas. Flor de manzanilla. Aceitunas verdes. En boca es suave,
estructurada, pero a la vez intensa. Con un volumen y persistencia increíble.
Final que recuerda las marismas con leves notas de humo. Tremenda.
Y llega una vieja amiga, a la que
nunca conoces del todo porque en cada saca trae matices diferentes, pasiones
distintas. La saca de invierno de 2014 de Solear en rama, de Bodegas Barbadillo,
es floral y ligeramente afrutada, trayéndome recuerdos de pera. Aromas de
frutos secos amargos. Algo reservada, muestra su carácter en la boca. Seca y
elegante. Altanera. Persistente.
Redonda. ¡Increíble!
La Goya XL, manzanilla en rama
reposada, de Bodegas Delgado Zuleta, es un soplo de poniente fresco. Aromas
salinos y de flor silvestre. Fruta ligeramente escarchada. Algo de nuez. Aromas
delicados que contrastan con la intensidad punzante en la boca, que conquista con
facilidad. Larguísima, se marcha devolviéndote a los aromas con que te recibió.
¡He hecho una nueva amiga!
Nos podíamos quedar aquí, y
hubiera sido una cata inmensa, pero el afán didáctico del consejo regulador nos
quiso traer de un lado el vino anterior a la manzanilla, y por otro su posible
evolución. Para este último fin nos propuso el amontillado La Guita, de Bodegas
Rainiera Pérez Martín, y acabaron con la
magia.
El amontillado La Guita es un muy
buen vino. Aromas plenos de recuerdos
melosos, almendras tostadas, ligeras notas de sándalo, especias, curry.
Intenso, extrovertido. La boca es inmensa, pero a la vez suave, anulando
cualquier recuerdo anterior. Retronasal de almendras amargas y madera noble. Es
un vino que captura tu atención por completo. Extasiándote.
Me dirás, ¿y dónde está el
problema? Te responderé, ¿y dónde está la manzanilla? Olvidada en su grandeza.
Abandonada por la inmensidad de este amontillado viejo que nos ha conquistado.
¿Celebrar así el aniversario de la manzanilla?
Pero bueno, los generosos son vinos que me
encantan, estoy convencido de que me seguirán proporcionando momentos de llenos
de pasión, y puede que de ahí surjan nuevas historias.
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